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jueves, 11 de agosto de 2016

metodos de torturas la santa inquisicion

Te presentamos los peores instrumentos de la inquisición; los que cuatro siglos de historia tuvieron aproximadamente 5 mil víctimas.

El potro

potro
La víctima era atada de pies y manos a los dos extremos del aparato. Era estirada lentamente hasta que todas sus articulaciones se dislocaban. Aunque las evidencias históricas apuntan a que era usado especialmente en hombres, hay un caso registrado, el de Anne Askew, una poeta protestante que fue torturada y luego quemada por sus creencias contrarias a la Iglesia Católica.

Tormento de agua

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Obligaban a las personas a beber cubetas llenas de agua. La cantidad era aproximadamente de 10 litros continuos. El torturador se ayudaba de un embudo y le impedía respirar a la víctima, su estómago no aguantaba más y después de sufrir tanto, explotaba.

La garrucha

garrucha
Era uno de los instrumentos de tortura más recurrentes. Consistía en atar por la espalda las manos del prisionero, ponerle peso extra en los pies y colgarlo con una polea por las muñecas. Cuando estaba lo más arriba posible, lo dejaban caer sin que tocara el suelo. Normalmente los brazos se le dislocaban.
Algunos personajes históricos que fueron sometidos a esta práctica son Nicolás Maquiavelo, Savonarola y Jaime de Montesana.


Cuna de judas

cuna de judas
Una adaptación mucho más violenta de la anterior. Ataban a las víctimas por las muñecas, las levantaban con una polea y después las dejaban caer sobre una pirámide muy puntiaguda con la finalidad de clavar su ano, escroto o vagina.


La rueda

rueda
Se comenzó a utilizar en Francia en el siglo XVI. Existían distintas maneras en las que alguien podía ser torturado con este aparato. La primera utilizaba esta rueda de madera para atar en toda su área al mártir desnudo, después los torturadores lo golpeaban hasta el cansancio con hierros candentes o simplemente lo mutilaban mientras una hoguera ardía debajo de él.

rueda para despedazar
Otra opción era colocar alguna extremidad dentro de la circunferencia, después se giraba la rueda y el brazo o pierna se rompía. La última era colocar al desdichado en el perímetro exterior de la rueda y después se giraba para desarticular su cuerpo.

La doncella de hierro

la doncella de oro
Era una especie de sarcófago provisto de estacas metálicas muy afiladas en su interior, de este modo, a medida que se iba cerrando se clavaban en la carne del cuerpo de la víctima que se encontraba dentro, provocándole una muerte lenta y agónica. Las más sofisticadas disponían de estacas móviles, siendo regulables en altura y número para acomodar la tortura a las medidas del delito del torturado.
A su vez se incluía la “fustigación“, que consistía en azotar a la víctima con una fusta o vara.

La sierra

la sierra
Este instrumento no necesita mucha explicación. Se cortaba por la mitad a aquel que hubiera cometido crímenes atroces contra la Iglesia. Lo hacían de cabeza para que el cerebro no perdiera tanta oxigenación y permaneciera consciente hasta llegar cerca del ombligo.

La pera oral, anal o vaginal

pera
El aparato se introducía por la boca, vagina o recto. Una vez en el interior, se expandía a la fuerza. La cavidad era mutilada y, en muchas ocasiones, los torturados morían de dolor. Tenían puntas en el extremo que servían para desgarrar la garganta, cérvix o intestinos.


La araña de hierro

arana
Diseñado especialmente para las mujeres que habían engañado a Dios acostándose con el diablo, la araña de hierro torturaba los senos femeninos. Se ataba a una mujer a un poste y se le colocaba el aparato como si fuera una pinza metálica por todo su seno. Después con una gran fuerza, se le arrancaba por completo.


La hija del carroñero

carronero
Era una estructura metálica con aros y tuercas en el que se colocaba a la víctima. Poco a poco quebraba todos los huesos de la víctima. Fue utilizada principalmente por Elizabeth I de Inglaterra como una gran tenaza. De este modo, la víctima era aplastada gran fuerza que una vez quebradas sus costillas, dislocado su esternón, y rota su columna vertebral, empezaba a sangrar a borbotones por todos los orificios de su cuerpo, así como por los dedos y por la cara.
Por supuesto que existieron otros instrumentos que desbordaban la imaginación del inventor, convirtiéndose en métodos crueles que tenían como único fin, “limpiar el alma del pecador”. Tan simples como el cinturón de castidad con picos de metal para desgarrar al perpetrador o la constante gota que cae en el prisionero por toda la eternidad. Las implicaciones psicológicas y físicas que provocaban eran atroces. Lo mejor de la Edad Media fue que, como sabemos, acabó con el Renacimiento.

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